TOMADO DEL DIARIO PRIVADO DE GHÁLIB GARIB
(El protagonista de la trilogía Esclavo de Aurelia algunos años antes de que fuese llamado Víctor por su Diosa Dorada)
Febrero 1, 2009.
Ayer cumplí diecinueve años.
No fue un cumpleaños alegre. Desde que Mine cayó enferma a principios
del año pasado, el temor de perderla ha ensombrecido por completo nuestras
vidas.
El costosísimo tratamiento de esa rara enfermedad está
consumiendo rápidamente nuestros recursos, y sólo para mantener controlados los
síntomas, no existe cura. Vivimos con el desgarrador temor de que llegue el día
en que ya no nos quede dinero para costearlo y la vida de Mine corra peligro.
No le deseo a nadie esa angustiosa sensación de impotencia.
Con toda esa preocupación encima no me importó la falta de
regalos ni que ni siquiera hubiese un pastel. Antes los cumpleaños en casa estaban
llenos de música, pasteles, risas, bailes y amigos pero ayer me bastó con los
buenos deseos de mi madre, con la sonrisa que ella se esforzó en dedicarme aunque
la tristeza no abandona su mirada desde que mi hermanita manifestó esa
enfermedad. También recibí el apretón de
manos de mi padre que es mi guía; intento seguir el ejemplo de su férrea fortaleza
para no rendirme ante ningún problema.
Y en definitiva, mi más grande regalo de cumpleaños fue el
abrazo y la sonrisa de Mine. Tenerla con nosotros no tiene precio, el sólo oír
su risa cristalina a pesar de los malestares que sufre me da la fuerza para
hacer lo que sea con tal de conseguir el dinero necesario para que nunca le
falte su tratamiento.
Lo que sea.
La empresa de mi padre va directo a la quiebra mientras sus
amigos desaparecen rápidamente. Así que para aportar dinero a la familia ya
llevo un año trabajado en todo tipo de lugares cuyos horarios pudiese combinar
con los estudios. Eso me hacía correr todo el día, no me daba tiempo para
estudiar y me dejaba un pequeño margen de tres o cuatro horas diarias para
dormir.
Realmente lo intenté pero en los últimos exámenes no rendí
bien, a decir verdad me dormí sobre la hoja de las respuestas. Por eso decidí
que lo mejor sería abandonar la universidad. No me siento bien gastando en
estudios cuando la vida de Mine peligra por falta de recursos.
Así que hoy dejé la universidad y desde ahora trabajaré tiempo
completo.
Trabajaré treinta, cuarenta, cincuenta horas al día si
encuentro quién me las pague.
Esta noche comienzo un nuevo trabajo de tiempo parcial que se
suma a los otros que tengo durante toda la semana. Por lo menos no tuve que
gastar en comprarme un traje nuevo. No voy a necesitarlo esta noche, de hecho
casi no usaré ropa.
Voy a bailar en el Club Árabe de Santiago.
Mi amigo Jamil que es asiduo habitante de la barra del Club, me
dijo que estaban buscando a alguien para los fines de semana, así que me presenté
a dar la prueba.
El encargado del lugar me hizo pasar a su lujosa oficina
privada y de inmediato me escaneó de pies a cabeza con la mirada. Me sentí muy
incómodo allí de pie mientras ese hombre daba vueltas a mi alrededor. Quise
pensar que sólo hacía su trabajo para encontrar a alguien idóneo para el
espectáculo del Club. Pero cuando luego me aconsejó quitarme la camisa antes de
empezar a bailar… hum…
Forzando mi positivismo al máximo otra vez quise pensar que
era algo normal, pero si ya me sentía humillado por el anterior examen visual, ahora
cuando me quité la camisa y quedé allí a torso desnudo me sentí como un pedazo
de carne puesto en oferta en el mercado.
Y ya no me quedó duda alguna de que ese hombre me miraba de
forma anormal.
No. Eso es poco decir, ¡sus ojos terminaron de desnudarme por
completo!
Estuve a punto de tomar mis cosas, vestirme mi camisa y salir corriendo
de allí, pero me sujetó el recuerdo de la sonrisa de Mine.
El encargado me habló del pago mientras se alejaba hacia un
equipo de música puesto en la biblioteca tras su escritorio y era bastante
dinero por un par de horas los fines de semana.
No he mentido al decir que haría cualquier cosa por Mine y ahora
es momento de demostrarlo.
Mientras ese tipo no intente ir más allá de las miradas…
Respiré hondo y me concentré en la música que él puso a todo
volumen.
Me apasiona bailar.
El ritmo de los darbukas[1]
se me mete por las venas y me corre como fuego por el cuerpo encendiendo el
movimiento de mi abdomen, mis caderas, mi pelvis… El sensual placer de la danza
me hace pensar en que así es como me gustaría hacer el amor con la mujer que
amo… Nuestros cuerpos moviéndose desnudos al unísono, el calor de nuestra piel
fundiéndose en una sola danza… Y yo amándola con cada parte de mi cuerpo, adorando
su desnudez con mis besos, acariciando intensamente su alma con mi alma, besándola
hasta su más profunda intimidad.
Desearía hacerme todo suyo, entregarle la apasionada danza de
mi cuerpo muy dentro del suyo mientras la hago toda mía, con cada uno de mis
sentidos abocados ardientemente a hacerla alcanzar el grado más infinito y más
perfecto de placer.
Mi placer sería verla explotar en su más memorable clímax, mi
satisfacción más plena sería que ella se derritiese extasiada en la suya.
Pero más allá de todo aquello, mi más grande anhelo sería penetrar
hasta lo más hondo de su corazón.
Así pienso que debería hacerse el amor con la mujer amada.
Nunca lo he hecho.
Estoy esperando a esa mujer especial que haga vibrar de pasión
mi corazón, que al mirarla a los ojos me haga sentir completamente perdido
dentro de los suyos, que al verla por primera vez estremezca toda mi existencia
con tal fuerza que me deje la certeza de que ya no podré respirar si ella no
está a mi lado.
No tengo apuro, la esperaría toda la vida porque para mí el
sexo sin sentimientos no tiene ningún sentido, es algo frío, desolador, dolorosamente
vacío.
Jamil suele reírse de mí por esta forma de pensar. Él tiene mi
misma edad y ya ha estado con muchas más mujeres de las que puede recordar.
Yo sólo me he fijado en una.
Nazli…
Su belleza de largos cabellos azabaches y ojos de aceituna
invadió por completo mi recuerdo, mientras el calor de la danza se mezclaba con
mi fuego interno siguiendo el sensual retumbar de la música.
La conocí hace un año en el Club, yo conversaba con Jamil en
la barra y ella reía allá lejos con sus amigas, lanzándome de vez en cuando su
profunda mirada abanicada por espesas y largas pestañas.
Me acerqué y conversamos largo rato. Luego la invité algunas
veces al cine, a bailar, a comer… Pero desde lo de Mine toda mi atención y
preocupación se enfocó en que jamás faltase el dinero para salvarle la vida.
Dejé de salir con Nazli y ahora sólo la veo de vez en cuando
en el Club.
Sus ojos todavía me sonríen.
Mientras seguía danzando yo imaginé su suave y blanca piel
totalmente desnuda, mis brazos alrededor de su cintura apegándola a mi cuerpo
caliente… su bello monte rozando mis íntimas zonas alzadas en llamas al bailar
juntos…
De pronto la música terminó y me detuve por reflejo.
Me había ido muy dentro de mis pensamientos y me olvidé por
completo del encargado hasta que me di cuenta de que él me estaba mirando con
la boca muy abierta y unos ojos decididamente voraces clavados en mi
entrepierna, cubierta por los ajustados y delatores vaqueros.
¡Alá! La sensual danza pensando en Nazli me pasó la cuenta.
El encargado dio un paso hacia mí con ojos llameantes de
lujuria sin dejar de mirarme muy por debajo de la cintura, pero yo no me iba a
quedar allí quieto esperándolo.
Me apuré en tomar mi camisa de un manotazo y en dos trancos
llegué a mi bolso. Saqué deprisa mi saif, (mi muy bien afilada cimitarra árabe),
y le dije que también sabía danzar excelentemente con ella mientras la blandía
con fuerza haciendo silbar el aire.
Estaba determinado a usarla en su cuello si intentaba poner
sobre mí algo más que sus ojos y sin duda el encargado vio la amenaza en mi
rostro, porque se detuvo en seco lejos del alcance de mi afilada saif.
Por suerte me dio el
trabajo pero tendré que mantenerme lo más lejos posible de ese hombre.
Como sea, esta noche bailo por primera vez para un grupo de
personas fuera de las reuniones familiares y eso me pone algo nervioso.
¿Estará allí Nazli?
Mis pensamientos se escapan una vez más como ráfaga sin
control hacia ella. Cierro los ojos y puedo ver su largo cabello de negra seda
ondeando al viento, puedo percibir el aroma como un mar de rosas que desprende
su suave y perfumada piel…
Me imagino haciendo el amor por primera vez en mi vida, con
ella y para ella. Desearía entregarme a su placer con todo mi ser, hacerla mía
con todo el amor y el respeto que cada preciosa, sublime y delicada criatura
llamada mujer se merece.
De pronto un pensamiento más realista me golpea sin piedad y
siento encogérseme el estómago.
Ella me verá bailar por dinero.
Respiro hondo haciéndome a la idea, dejando pasar la oleada de
humillación que ese hecho me hace experimentar.
Voy a bailar por dinero.
Intento repetirlo mil veces en mi interior, hasta que la idea
no golpee tan fuerte mi orgullo.
Voy a tener dinero para Mine y es todo lo que importa.
No es cierto, hay algo más.
Realmente ruego a Alá que mis padres jamás se enteren.
El orgullo de mi padre sufriría un daño irreversible y mi
madre quizás se sentiría decepcionada de mí. No soportaría ver eso en su
mirada.
Les he dicho que voy al Club como siempre a encontrarme con
Jamil.
Espero que todo salga bien esta noche.
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